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Reflexiones acerca de la muerte

Si hay una cosa que todos tenemos que enfrentar en la vida, si hay algo que no distingue credo, sexo, riqueza, color de piel, algo que es casi una representación perfecta de igualdad entre todos los seres que habitamos éste planeta, es la muerte.

Pudiera éste ser un tema algo escabroso y hasta ofensivo para algun@s pero es inevitable, y digo esto en la certeza de no conocer hasta ahora a ningún inmortal, porque inclusive ni Connor McLeod ni Duncan McLeod escapan a esta realidad, si les cortan la cabeza... mueren.

No es que ande deprimido ni nada por el estilo, en lo absoluto, es que éste blog como dije en alguna parte, es donde escribo y plasmo cosas que me han pasado y reflexiones sobre temas que me atraen. No quiero decir con esto último que la muerte me sea atractiva, pero ¿qué puedo hacer?, tarde o temprano deberé enfrentarla al igual que tod@s los que me leen.

Existen muchas teorías sobre que ocurre después de la muerte, muchos creen en la reencarnación, el karma otros hablan de paraísos o infiernos, otros están ciertos a pensar que todos nos vamos al mismísimo demonio e inclusive hay quienes simplemente la obvian por temor o por comodidad.

Y digo yo, si todos debemos enfrentarla no es mejor aceptarla como algo a lo que no podemos escapar, algo que es inevitable y que está allí, acompañándonos a cada paso, viéndonos desde su lugar esperando el momento para tomarnos de la mano y llevarnos a un paseos que no sabemos a donde nos lleva.

Ella, la muerte, puede ser sutil, absurda, cruel, digna, heroica, accidental, en fin ella puede asumir y asume siempre diversas posturas. No quiero que se piense que hay que tenerla de amiga, pero si como una conocida a quien deberemos enfrentar tarde o temprano.

En las diversas culturas y religiones se la ve de diferentes maneras, algunas religiones la ven como un juicio al que debemos enfrentar por nuestros actos durante la vida terrenal, otras la ven como la liberación de la vida hacia planos astrales más elevados.

La muerte es interesante, ¡claro que lo es!. ¿Debemos sentir miedo ante ella?. Yo creo que no, tal vez la manera en que moriré si me atemorice, pero morir no. ¿Acaso puedo evadirla?, no se de nadie que lo haya hecho y si así fuera debería darme la receta, sin embargo al reflexionar al respecto me entra un pensamiento mucho más funesto que la propia convicción de que voy a morir algún día; ¿valdrá la pena vivir dejando tras de nosotros aquellos que vinieron después?, me refiero a hijos, sobrinos, hermanos, nietos. ¿Se imaginan vivir luego de que esas personas mueran?. Tal vez el destino nos depare una larga vida y deberemos ver morir muchos seres queridos, pero, ¿vale la pena vivir bajo la cruel situación de irnos quedando solos ante la desaparición física de las personas a quienes amamos?.

Insisto, es mejor aceptar a esta señora que tratar de enrostrarla, esto último es estúpido y además no tiene sentido, igual ella siempre gana.

Ahora bien, ¿qué es la muerte?. La terminación de la vida diría yo, sin embargo hay muchos conceptos e interpretaciones, todas van juntas de la mano a la ciencia, la cultura, religión o filosofía de quien la interpreta.

A quienes le hacen culto, prueba de ello son las creencias y cultos que practicaban los Aztecas, hoy en día existen cofradías, logias, y que se yo que otras tantas agrupaciones que ven a la muerte de maneras inverosímiles. Hay gente que hasta la ve en tono de broma. No soy quien para juzgarles y no es mi interés hacerlo.

Y luego de la muerte ¿qué?. Esa respuesta no la tiene nadie a ciencia cierta, conceptos hay muchos, interpretaciones y prácticas filosóficas y religiosas, pero respuesta, respuesta a esa incógnita no existe.

Por otra parte, muchos pensadores, hombres y mujeres, intelectuales, científicos, políticos han hablado sobre la muerte, he aquí algunas de sus reflexiones y pensamientos.

"La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente."
François Mauriac (1905-1970) Escritor francés.

"Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte."
Leonardo Da Vinci
(1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano.

"La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene."
Jorge Luis Borges
(1899-1986) Escritor argentino.

"Sin no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?."
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.

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Hay mucho más que decir sobre la muerte, pero no deseo seguir, ya ha sido suficiente por el día de hoy, además no quiero dejarles un fin de semana pensando en la pelona.

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NOTA FINAL: Las imagen publicada al principio de éste artículo fue tomada de Edvard Munch. La otra imagen es "Muerte tocando guitarra" (1982) de Fernando Botero.

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Amarla en paz (relato oscuro)

Abres los ojos y miras una mancha en el cielo raso arriba de ti. Lentamente volteas a un lado y te desperezas, tu mano descorre la cobija que te arropa y sientes el frío aire de la habitación entrar bajo la tela haciéndote sentir escalofríos.

Te sientas sobre el borde de la cama y estiras los brazos hacia arriba en un movimiento como de gato. Mueves tu cabeza a los lados como un péndulo varias veces y dejas escapar un largo y placentero bostezo. Ya te has despertado por completo.

Miras detrás de ti y le ves allí sobre la cama aún arropada, te acercas a su nuca y suavemente soplas para despertarla. Nada. Insistes un poco más. Debe estar cansada por lo de anoche, piensas. Optas por dar un suave y largo beso a su cuello descubierto. Una desagradable sensación de frialdad en su piel te hace retroceder. Halas la cobija y lo que ves te deja perplejo y aterrorizado. Una gran masa de carne que parece ser un cuerpo está sobre la cama, allí donde anoche estaba ella.

Retrocedes y caes sentado en el piso gimiendo y temblando, ¿qué ha ocurrido?, ¿qué es eso?, lagrimas empiezan a correr por tus mejilla y un sudor frío empapa todo tu cuerpo. Tiemblas descontroladamente. Al final no soportas más y caes desmayado.

Abres los ojos y ves frente a ti una de las patas de la cama, estas tendido en el suelo, la cabeza te da vueltas. Poco a poco reaccionas y recuerdas lo último que viste antes de perder el conocimiento. Te incorporas apoyándote en el borde de la cama y allí sigue el cuerpo. Esta vez estas preparado, sigues temeroso pero ya puedes controlarte a ti mismo.

Observas bien, detallas el cuerpo yaciente sobre la cama y admites quedamente que se trata de ella, su figura es para ti harto conocida, ¿como no reconocerla?. La miras una y otra vez, su cuerpo no tiene piel a excepción de su cuello, cabeza y el pie izquierdo, el resto esta en carne viva, simplemente no tiene piel, se la han arrancado, ¿se la han arrancado?. ¿Quién, cómo?, piensas.

Con mucho temor acercas tus dedos, deseas tocarla, el morbo domina la escena, estas allí, medio sentado al borde de la cama, estirando tu brazo para tocar un cuerpo el cual ha sido despellejado, es el cuerpo de ella, de la mujer con la que dormiste anoche, la mujer que amas, la que te hizo el amor unas horas antes, la mujer que asesinaste luego de que despertaste durante la madrugada. ¿Yo?, piensas, ¿Yo la maté?. Tu cabeza empieza a dar vueltas nuevamente. ¿Porqué?, ¡No puede ser!. Un grito de espanto sale de tu garganta, pero sólo tu cabeza lo escucha, porque has quedado sin voz. Un profundo terror empieza a recorrer tu espalda. ¡Claro que has sido tu!, pero, pero, ¿porqué?. No entiendes nada.

Como puedes te levantas y rodeas la cama, quieres ver su rostro, tus piernas no responden bien, estas demasiado tembloroso. Cuando quedas frente a ella, miras extasiado su cara, está dormida, o así parece, la serenidad de su expresión, una leve sonrisa y unos ojos cerrados dulcemente es lo que contemplas. El terror empieza a ceder y sientes que una especie de tranquilidad, de sosiego embarga tu interior, poco a poco todo el temor y el miedo se van y al final sólo sientes una gran felicidad. Ella está allí tendida, muerta, despellejada, pero la expresión de su rostro de colma de paz.

Acercas tu rostro al suyo y dejas que tus labios rocen los de ella. La besas dulcemente, ella sigue dormida y tu sonríes, la amas y eso es suficiente para que todo lo que ha ocurrido no importe. Podrás tenerla allí hasta que desees o hasta que su carne se pudra, como ocurrió con la otra chica.

Será mejor empezar a recoger todo el desorden, la piel, ¿dónde está su piel?, nunca sabes donde dejas esos restos. Bueno, no importa, ya lo encontrarás.

Será mejor que dejes todo para luego, ya es tarde y debes ir a trabajar, además nadie va a entrar al departamento. Cuando regreses podrás recoger todo. Luego, luego hay que llamar a la chica nueva de la oficina, ayer te miró con ojos pícaros.

Tal vez puedas amarla a ella también.
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Un camino, la vida

A veces me da por escribir, en ocasiones son historias fantásticas muchas oscuras, en otras son sólo reflexiones, he aquí una de esas reflexiones.

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Caminó, caminó como si la vida se le fuera en ello, caminó hasta que sus pies empezaron a doler, caminó sin razón o sentido alguno de la distancia y el tiempo. Al final, ¿qué quedó al final?... Su vida, eso quedó, todas sus experiencias, sus vivencias, sus días pasados, sus amores ya idos, sus añoranzas, sus amigos, sus hijos, todo quedó atrás...

¿Qué hay más adelante?, no lo sabe, y la verdad no le importa sólo sabe que debe seguir caminando aún cuando sus pies estallen, aún cuando los recuerdos regresen, aún cuando sus hijos tomen su propio camino, aún cuando pareciese que no hay más camino que seguir.

En todo ese camino han habido muchas bifurcaciones, tomó algunas que le llevaron por senderos q
ue terminaron abruptamente, otras sólo llevaban a nuevos ramales y así interminablemente. ¿Qué camino seguir, qué dirección tomar?, esas siempre fueron decisiones difíciles, siempre había la duda, el temor a la equivocación del camino errado, del fracaso... Y acaso, ¿no es así la vida?, siempre una serie de decisiones, eso ya no importaba, estas serían sus últimas decisiones, ahora sólo caminaría, pero... ¿no es esa una actitud cobarde?... Igual hay que tomar otra decisión, seguir caminando sin rumbo ni sentido o tomar la disposición de continuar con decisiones infinitas hasta el fin del camino. Pero, ¿cuál es el fin?, la muerte claro... ¿Y para eso caminaba por la vida?, ¿para al final sólo morir?...

¡No, él no caminaba para eso!, eso sería demasiado cruel e injusto. ¿Porqué caminar entonces?, la respuesta estaba al principio, y ahora la veía claramente, caminaba para tener amigos, para disfrutar de un atardecer, para abrazar a sus hijos, para recordar el pasado como imágenes en un álbum, para amar a quien desease compartir un trayecto de su camino junto a él, caminaba para vivir.

En ese momento se detuvo, miró hacia atrás y vio plenitud, amor, tristeza, soledad, alegría y muchas otras cosas, todas formaban su vida, y entonces se sintió feliz, sabía para que debía caminar, sólo eso era la vida un largo camino que le llevaba a la nada y a todo, que le ahogaba el corazón por momentos y ahora se lo abrigaba con las muchas satisfacciones que había sentido.

Si, valía la pena seguir tomando decisiones, valía la pena seguir caminando... valía la pena seguir viviendo, sólo eso, seguir viviendo.

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NOTA: La imagen que ilustra éste escrito puede pertenece al pintor mexicano Gerardo Camargo.
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Vivir

Ya han pasado doce días desde la última vez que publiqué algo en el blog. No es que no tuviera nada que decirles, pero resulta que estaba esperando algo muy importante y sobre eso quería escribirles. No voy a aburrirles con un prefacio sin sentido, por lo que mejor sigamos adelante para que lean lo que deseaba contarles.

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La vida es como una suerte de novela, donde nos suceden cosas como si de capítulos se tratara. En mi caso particular, acaba de terminar uno de esos capítulos. Un capítulo de los más largos que me tocó vivir y como buen episodio, estuvo lleno de cosas buenas, y no tan buenas.


Luego de casi 10 años, ayer terminó legalmente mi matrimonio... Un treinta y uno de mayo del año noventa y siete, tres antes del milenio, contraje nupcias (eso suena a novela rosa) con una mujer a la que amé profundamente y por quien aún siento un gran respeto.

Los intríngulis del finiquito no son cosas que yo vaya a tratar aquí, más no así todo lo que significó esa fase ya pasada de mi vida y por supuesto la nueva etapa que apenas se inició ayer.

De lo pasado quedaron muchos recuerdos, los más gratificantes y llenos de alegrías. Dos hijos preciosos y la experiencia y el conocimiento de los errores propios y ajenos (los cuales no son de mi competencia, por cierto). Quedarme mirando a mis espaldas, es absurdo y debo admitir que así estuve durante algún tiempo. Que idiotas somos cuando nos aferramos a cosas que ya no son, que ya no serán, simplemente a cosas que ya fueron. Perdemos el sentido y la alegría de continuar disfrutando de todo lo que la vida nos tiene frente a nosotros.

Ahora, ahora sólo veo hacia delante, pero no hacia un infinito incierto y borroso, no. Ahora sólo miro a lo que está inmediatamente frente a mi. El día a día, lo que hago y disfruto. Ahora los valores y expectativas por mis amigas y amigos, compañeras y compañeros de trabajo, familiares y sobre todo yo mismo, son cercanos, son simplemente el presente.

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Acaba de iniciarse una nueva etapa, un nuevo capítulo, un nuevo episodio en ésta, mi vida. No se si será la más emocionante (de seguro que no), no se si sea la más excitante (ni que decir), es simplemente mi vida, y ahora la disfruto como aquel que bebe agua fresca después de tener mucha sed. Porque ahora mi vida es eso, un vaso de agua fresca del cual bebo diariamente, sin apuros pero con fruición y deleite.

Muchas y muchos dirán, pero bueno, ¿y a éste señor que le pasa que viene y nos cuenta todo ese montón de sin sentidos que no nos interesan?. No busco causar interés en el lector cuando esto escribo. Sólo pretendo hacer una reflexión sobre muchas de las cosas que ocurrieron y que ahora ocurren.

Al casarme lo hice con la certeza de que sería para toda la vida (¿quién no?), sin embargo no fue así. Luchas, disgustos, alegrías, tristezas, penas pero sobre todo muchísimas ganas de echarle piernas a la vida fueron de las cosas que signaron mi tiempo de casado. En compañía de una dura mujer se empezaron a ver las mieles del éxito (medidas en bienes materiales), compramos una casa, y empezamos a remodelar, logramos muchas cosas juntos y la verdad era casi perfecto y digo casi, porque como cualquier otra relación, tuvimos nuestras altas y nuestras bajas.

Así pasaron los años y por supuesto nuestros hijos estuvieron presentes. Ernesto (hoy campeón goleador de un plan vacacional en el que se encuentra) y Macyris (una hermosa y tierna princesita que me hace saber que siempre valdrá la pena hacer las cosas con amor).

Muchos pensarán que un divorcio es un fracaso, puedo decirles que están errados, fracasar es no intentar, fracasar es quedarse con las ganas. Yo no he fracasado y aquellos que nos separamos no fracasamos, sólo que los planes no salen siempre como en las películas, que vamos a hacerle.

¿Qué quedó al final?. Como dije la experiencia, los recuerdos y esos dos hermosos hijos, motivos de alegrías, orgullo y satisfacciones.

¿Qué viene ahora?... No lo se, y la verdad no es algo que me preocupe, ahora sólo mantengo esa sed de disfrutar de la vida, vivir sería mejor, es eso lo que viene ahora, sólo vivir, lo demás es sólo adorno, y no creo bueno aferrarnos a los adornos, porque estos se rompen, se extravían, se los roban. Lo importante es vivir, definitivamente eso es.

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NOTA FINAL: Aquellas y aquellos que deseen unirse a mi celebración, están cordialmente invitados. Sólo recuerden las palabras que hoy leen a eso de las diez de la noche, hora de Venezuela. De seguro tendré una copa en alto, brindando por lo que me espera y vitoreando el pasado que no volverá.

¡Salud!
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Así terminó todo

Lo que leerás no es más que una de esas historias que todos y todas tenemos, el final de un amor, el término de una etapa y el inicio de un recuerdo que queda dentro de ti y de mi para siempre.

Todo ocurrió a principios de éste año, luego de regresar de un viaje cuyo término significó el final de una de las relaciones más hermosas, apasionadas y dichosas de mi vida.

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Me senté frente a ella, hacía aproximadamente un mes que no la veía, pero la conversación que tendríamos tendría un final ya previsto por ambos. Ella por ser quien deseaba terminar todo, y yo con la idea de enfrentar nuevamente esta situación.

Nos miramos a los ojos e iniciamos una discusión sin sentido y muy alejada de aquello que nos había reunido. Así estuvimos un rato charlando de cosas insulsas y sin sentido, por lo menos para mí. La amaba y sabía que en un rato más ella finalizaría nuestra relación para siempre.

Cuando no pude soportarlo más presioné un poco haciéndole ver que yo sabía de que trataba todo (eso ambos lo sabíamos), pero que aún así pretendía salvarlo todo, yo había regresado después de una ausencia más prolongada de lo normal y tenía previsto quedarme para no irme nuevamente.

Ella bajó la mirada y supe que no había vuelta atrás, iba a decirme lo que yo ya sabía. Trató de explicar sus razones, adujo mi lejanía y distanciamiento hacia ella, me dijo que no sabía como dejar de celarme y que eso me hacía sentir mal y ella no deseaba eso para mi, se excusó diciendo que nos habíamos equivocado, que ella me amaba pero que no deseaba seguir sufriendo, en fin, se comportó de manera que yo no me sintiera culpable. Lo peor de todo es que yo nunca sentí culpa, sabía que había fallado, de eso no hay dudas, pero ¡que carajos!, ¿acaso no todos cometemos errores?.

La amaba profundamente y ella sólo evadía la cuestión, traté de suplicar (siempre lo hacemos para nada), ella siguió en esa posición de no hacerme sentir mal - como si el hecho de estar perdiendo a la mujer que amaba no me causara una angustia horrible.

Así estuvimos una o dos horas, ella lloró, estábamos en un sitio público y eso la apenó. Le dije que mejor nos fuéramos. Caminamos en silencio durante un rato. Luego traté de insistir, ella me dijo que no lo hiciera y luego como un comentario cualquiera mencionó que jamás iba a olvidar como hacíamos el amor, que era maravilloso. ¡Como si fuera importante en ese momento!. Me estaba dando una gran patada por el trasero y me hizo pensar que jamás volvería a estar dentro de la mujer más maravillosa que he conocido. Me estaba mandando al mismísimo infierno y me decía que no había habido un mejor amante en su vida. ¡Coño!, que vacío, que tristeza. Quería gritarle, quería tomarla y decirle que no importaba nada, que estaba dispuesto a lo que fuera, que si deseaba un tiempo no había problemas... Sin embargo, sin embargo no hice nada, sólo la acompañé a donde iba, le di un gran abrazo y me fui a casa con una nueva herida en mi corazón, la certeza de haber amado como jamás lo había hecho y la soledad que ahora y siempre sigue a mi lado, siempre en espera de acompañarme.

Así terminó todo entre ella y yo.